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domingo, 30 de noviembre de 2014

ORACIONES PERA ENCENDER LA CORONA

Oraciones para encender la corona:


Primer domingo 

Encendemos, Señor, esta luz, 
como aquel que enciende su lámpara 
para salir en la noche, 
al encuentro del amigo que ya viene. 
En esta primera semana del Adviento 
queremos levantarnos para esperarte preparados, 
para recibirte con alegría. 

Muchas sombras nos envuelven. 
Muchos halagos nos adormecen. 
Queremos estar despiertos y vigilantes, 
porque tú nos traes la luz más clara, 
la paz más profunda, 
y la alegría más verdadera. 

¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús! 


Segundo domingo 


Los profetas mantenían encendida 
la esperanza de Israel. 

Nosotros, como un símbolo, 
encendemos estas dos velas. 

El viejo tronco está rebrotando, 
florece el desierto... 

La humanidad entera se estremece 
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. 

Que cada uno de nosotros, Señor, 
te abra su vida para que brotes, 
para que florezcas, para que nazcas, 
y mantengas en nuestro corazón 
encendida la esperanza. 

Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador! 


Tercer domingo 


En las tinieblas se encendió una luz, 
en el desierto clamó una voz. 

Se anuncia la buena noticia: 

¡El Señor va a llegar! 

Preparad sus caminos, porque ya se acerca. 

Adornad vuestra alma 
como una novia que se engalana el día de su boda. 

Ya llega el mensajero. 

Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. 

Cuando encendemos estas tres velas 
cada uno de nosotros quiere ser 
antorcha tuya para que brilles, 
llama para que calientes. 

¡Ven, Señor, a salvarnos, 
envuélvenos con tu luz, caliéntanos en tu amor. 


Cuarto domingo 


Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, 
pensamos en Ella, la Virgen, 
tu madre y nuestra madre. 

Nadie te esperó con más ansia, 
con más ternura, con más amor. 

Nadie te recibió con más alegría. 

Te sembraste en Ella, 
como el grano de trigo se siembra en el surco. 

Y en sus brazos encontraste la cuna más hermosa. 

También nosotros queremos prepararnos así: 

en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. 

¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos! 



Plegaria breve para repetir cada domingo 


Jesús, ven entre nosotros. 

Nosotros queremos compartir tu venida. 

Nosotros queremos recibirte. 

Nosotros esperamos que nos traigas tu luz, tu paz, tu amor. Amén. 


La gracia del Adviento 


Es un tiempo hecho sacramento: signo eficaz de la gracia que Dios comunica a su Iglesia y de la fe con que la comunidad eclesial acoge este don siempre nuevo de Dios. La historia de la salvación se actualiza sacramentalmente. 

El Adviento forma una unidad de movimiento con la Navidad y la Epifanía. Las tres palabras vienen a significar lo mismo: venida, nacimiento, manifestación. El Dios que ha querido ser Dios-con-nosotros entró hace dos mil años en nuestra historia en Belén, pero la actualiza sacramentalmente cada año en este tiempo fuerte de seis o siete semanas: desde el primer domingo del Adviento hasta la fiesta del Bautismo del Señor. 

Un tiempo que ante todo es de gracia, y a la vez constituye como una formación permanente y una profundización de la vida cristiana en sus actitudes fundamentales de fe y esperanza. 

Las lecturas dominicales y las de feria 

En el Adviento, las lecturas principales y más céntricas, tanto de los profetas como del evangelio, se han reservado para los cuatro domingos. En estos días aparecen, por ejemplo, las llamadas a la vigilancia escatológica del final de los tiempos, las consignas del Bautista sobre la conversión y la preparación de los caminos del Señor, y la preparación inmediata de la Navidad. 

En las ferias, por medio de un Leccionario totalmente nuevo, se complementa y profundiza este mensaje para los que celebran la Eucaristía con un ritmo diario. Y siempre, domingos y ferias, la Palabra de Dios nos va iluminando y guiando, consolando y juzgando, para que nos preparemos bien a la celebración de la Navidad. 

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