Un ángel junto a tí.
Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa, se llamaba Arturo. Lo vi que llevaba cargando todos sus libros y pensé: "Por que alguien se lleva a su casa todos los libros en viernes? Tiene que ser un nerd", yo ya tenia planes para todo el fin de semana (fiestas y un juego de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde), así que encogí mis hombros y seguí mi camino. Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él. Corrieron hacia él, le tumbaron todos sus libros y le metieron zancadilla y se cayó a la tierra.
Vi que sus anteojos volaron y cayeron en el pasto como a tres metros de él. Miro hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos.
Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él, mientras gateaba buscando sus anteojos, vi lágrimas en sus ojos, le acerque a sus manos sus anteojos y le dije;
-Esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto.
Me miro y me dijo: -hey, ¡gracias!
Había una gran sonrisa en su cara, una de esas sonrisas que mostraban real gratitud. Le ayude con sus libros y le pregunte dónde vivía. Vivía cerca de mi casa, le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar y que antes había estado estudiando en una escuela privada. Caminamos a casa, le ayude con sus libros, y me pareció un buen chico, le pregunte que si quería jugar fútbol el sábado conmigo y mis amigos y aceptó. Nos juntamos todo el fin de semana y mientras más conocía a Arturo, mas bien me caía a mí y a mis amigos también. Llego el lunes por la mañana y ahí estaba Arturo con aquella enorme pila de libros de nuevo, me paré y le dije:
-Hey, vas a hacer realmente músculos cargando todos esos libros todos los días.
Solo se rió y me dio la mitad para que le ayudara. Durante los siguientes cuatro años, Arturo y yo nos hicimos mejores amigos. Cuando ya estábamos por terminar el bachillerato, pensamos en que carrera seguir. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. Él estudiaría medicina y yo administración. Arturo fue el orador de nuestra generación. Yo bromeaba con el todo el tiempo acerca de que era un nerd. Él preparó el discurso de graduación, yo estaba feliz de no ser yo el que tuviera que hablar. Llego el día de la Graduación, vi a Arturo, se veía realmente bien, era uno de esas personas que realmente se había encontrado a sí mismo durante el bachillerato, había embarnecido y se veía bien con sus anteojos, tenia más citas con chicas que yo y todas las chicas lo adoraban. Caray, algunas veces me sentía celoso, hoy era uno de esos días. Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que, le palmee la espalda y le dije:
-Hey amigo, estará genial. Me miro con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió: -Gracias- me dijo, así que comenzó su discurso, limpio su garganta y comenzó:
-La Graduación es el tiempo de dar gracias a todos aquellos que nos han ayudado a travez de estos años difíciles, tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador, pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles a ustedes que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar, y les voy a contar una historia.
Yo miraba a mi amigo incrédulo de que él fuera a contar la historia del primer día que nos conocimos.
Él tenía planeado suicidarse ese fin de semana, habló de como limpió su locker y porque llevaba todos sus libros, para que su Mamá no tuviera que ir después por ellos a recogerlos a la escuela. Él me miraba fijamente y me sonreía. Afortunadamente fui salvado, mi amigo me salvo de hacer algo inexplicable. Escuchaba el asombro de la demás gente de como este apuesto y popular chico contaba a todos ese momento de debilidad. Vi que su Mamá y su Papá me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. Hasta ese momento puede darme cuenta de lo profundo de sus palabras.
Nunca sobreestimes el poder de tus acciones, con un pequeño gesto tú puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno de nosotros frente a la vida de otros para impactarlos de alguna manera. Mira a Dios en los demás.
Autor desconocido
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