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martes, 5 de mayo de 2015

EL ALCOHOL Y EL SEXO.


Una “verdad social” que se comprueba en el laboratorio y no deja bien parado al género masculino.

Según investigadores que han publicado su estudio en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, (PNAS), así es. Para confirmarlo han utilizado ratones de las praderas y con ellos investigar los efectos del alcohol en los lazos sociales. De esta manera descubrieron que el efecto es muy diferentes según el sexo. 
Mientras la embriaguez refuerza la unión y la sociabilidad en las hembras, los machos muestran un comportamiento huidizo e infiel. 




Los ratones de la pradera (Microtus ochrogaster) son, en estado sobrio, un ejemplo de fidelidad en el mundo animal. Por tener parejas que duran toda la vida, los científicos los utilizan habitualmente para conocer la esencia biológica de la monogamia. En esta ocasión, el equipo de la Oregon Health and Science University en Portland, decidió, según explican en la revista Smithsonian, los científicos introdujeron ratoncillos machos y hembras que todavía “flirteaban” en un entorno controlado en laboratorio y les ofrecieron agua pura y limpia y, por otro lado, una mezcla de agua y vodka. Y se quedaron solos durante 24 horas, en una especie de fiesta ratonil. 
Un día después, los investigadores se encontraron a un montón de roedores borrachos. Habían consumido alrededor de 12,5 gramos de alcohol por kilo de su peso corporal, afirman en la publicación. 
Llegó el momento de comprobar cuál era su comportamiento social. Machos y hembras fueron presentados a nuevos ratones que podrían ser sus parejas durante unas horas y después se les devolvió a sus viejos conocidos durante la “fiesta”. Para comparar, hicieron lo mismo con cobayas que solo habían bebido agua. 
Tanto los ratones borrachos como los sobrios se aparearon con la misma frecuencia durante las 24 horas iniciales, por lo que el sexo no se consideró una razón para explicar su comportamiento posterior. Tampoco intervinieron una actividad locomotora alterada, tropiezos o desmayos a consecuencia del alcohol, para formar las parejas. 
Aquí se observó que casi el 100% de las hembras que habían bebido prefirieron interactuar con su antigua pareja y no con la recién presentada. 
En cambio, en el caso de las sobrias, solo dos tercios eligieron esta opción, mientras al resto no le importaba estar con uno u otro, o le gustaba más el extraño. Los machos borrachos hicieron todo lo contrario: rechazaron a sus amantes anteriores y mostraron más interés por las “nuevas chicas”. Todos los machos sobrios, sin embargo, se mostraron absolutamente fieles a su primera pareja.

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